lunes, 23 de mayo de 2016

El amor (Marguerite Duras)

Título original: L'Amour,
Traductor: Enrique Sordo
Páginas: 112
Publicación: 1971 (2015)
Editorial: Austral
ISBN: 9788490661116
Sinopsis: Tres personas -una mujer encinta, un viajero y un hombre que camina-, cada una por alguna poderosa razón que sólo puede evocar la violencia de las llamas que devoran la exótica población de S. Thala, han terminado por encerrarse, en el espacio abierto de una isla. Únicamente ellas tres parecen ocupar el espacio soleado y ventoso de la playa desierta delimitada, a un lado, por el malecón y, al otro, por el río. En su melancólico vaivén, se miran a sí mismas y entre sí en el silencio atemporal, con la mirada hueca y fría de quienes han llegado al final. Todo parece haber quedado atrás: entre los brazos de una esposa y de sus hijos para el viajero; en un remoto salón de baile para la mujer encinta; y en el recuerdo intenso de un nombre olvidado para el hombre que camina. Pero, de pronto, por un instante, un atisbo de deseo vuelve a animarlas; se acercan, se rozan, se hablan, se interrogan en la noche, ante el mar… ¿El amor?
La mar está baja, apacible, la estación es indefinida, el tiempo, lento.
Era inevitable. Marguerite Duras tenía que estar aquí, en este blog. Una autora de su dimensión, que escribía desde sus llagas y vivencias, que no escribió sobre nada que le fuera ajeno, que aulló en cada palabra, que vivió por, para y desde el amor, el amor imposible, el amor que se da la mano con la muerte, el amor efímero como un meteoro, el amor que trastorna. Esa Marguerite Duras, alcohólica, que se duele, que se aburre y solo encuentra salida a ese aburrimiento vital en el amor… Transgresora, lúcida, melancólica, hija del desafecto y exiliada del mundo. Que no escribió, sino que se escribió. Desesperada y encantadora. Sí, tenía que traer a Duras, aquí, a mí, de nuevo. Volver a espejearme. Y purgarme.

Y no quise elegir lo cómodo. Lo fácil me aburre, ahora. Aunque en la literatura de Marguerite Duras no hay nada fácil. Ella, bendita sea, no lo era. Su libro más leído, El amante, lo escribió borracha y renegó de él (lo reescribiría bajo el título de El amante de la China del Norte). Que El amante sea de sus libros más leídos y comentados dice mucho de lo alejado que se lee a veces del autor/a. Esencial conocer a Duras para leerla. O leerla para conocerla.
El silencio comienza con un espaciamiento de los tiempos…
El llanto acaba de espaciarse.
El amor es un libro de apariencia engañosa. Pocas páginas, una sinopsis que apunta a una lectura asequible, al encuentro de tres personas… (el encuentro siempre fue para Duras la culminación del amor. Culminación y principio del fin). Pues para nada. Es una lectura hermosamente dificultosa, entramada, compleja. Que me encanta leer libros terriblemente difíciles que me distraen y a la vez ponen el acento en lo importante (amor/dolor/vida/muerte y otros males/bienes).

Me arrebató el inicio del libro. Tres personas de las que no conocemos el nombre: un hombre que camina, otro hombre que mira y una mujer con los ojos cerrados. Los movimientos de estas personas son como un baile en la arena, incluso son como música, una partitura cuya ejecución produce una acústica que se asemeja a los movimientos de una partida de ajedrez. Una acústica amenazante. Pensé para mí que iba a tardar en leer este libro y no me equivoqué.
En la mar, incesante, el oleaje, la fiebre.
Me pasó algo curioso. Poco antes de la mitad de la lectura enfermé, un constipado con fiebre que me tiene aturdida. Y en ese estado febril, me costó menos formar parte del libro. Pasé a ser el cuarto personaje. La mujer turbada. 

El amor es un libro extraño en el que la única acción es la de los recuerdos, los sentidos, la memoria, la fuerza de las emociones. Y todo ello fragmentado y en una atmósfera onírica, fantasmal, cuya trama principal es la propia voz de Duras.

He dicho, entre otras cosas, que Duras era una mujer lúcida. Y lo era. Espantosamente aguda. Pero quizás deba matizar: la lucidez de Duras nos confronta con las aristas de la vida, sin subterfugios ni anestesia. Esa es la auténtica lucidez. Sin engaños. Penetrar en Duras es descifrar verdades de esas que se eluden y esquivan. Es interrogarse. Es pasión.

Nunca recomiendo libros ni lo contrario, solo los comento. Sé que mi apasionada forma de leer a veces puede arrastrar a lecturas que terminen decepcionando. Hay libros cuya clave de lectura es muy personal, reflejo del momento en el que estoy y soy, ahora. Hay que ser muy durasiana para acercarse e impregnarse de El amor. Coger esta lectura fragmentada, acariciar los filos de cada fragmento, coserlos en el alma y saber que son como un guante perfecto que encaja ahí, justo ahí. Soy muy durasiana, he de decir.

Y de la mano de Duras, iré por fin a buscar la mirada de Yann Andréa, su último amante (casi 40 años más joven que ella y homosexual). Una historia que siempre me cautivó.
Está buscando -y añade-: hay que dejarle.
Estoy buscando. Dejadme con mis “extrañas” lecturas. Que ya voy llegando.


jueves, 12 de mayo de 2016

Yo sé por qué canta el pájaro enjaulado (Maya Angelou)


Título original: I know why the caged bird sings
Traductor: Carlos Manzano
Páginas: 352
Publicación: 1969 (1993)
ISBN: 9788416213665
Sinopsis: En la primera y más conocida de sus novelas autobiográficas, Maya Angelou nos habla de su dura infancia y de los trances por los que tuvo que pasar hasta convertirse en una mujer independiente. Criada en un pequeño pueblo de Arkansas por su abuela, Angelou aprendió mucho de esta mujer excepcional y de una comunidad extraordinariamente cohesionada; unas lecciones de vida que la ayudarían a sobrellevar las dramáticas circunstancias a las que tuvo que enfrentarse posteriormente en San Luis y California. Este emocionante relato retrata también la vida de la mayor parte de la población negra del Sur de los Estados Unidos durante la primera mitad del siglo xx.

Sin rodeos: este libro es MA-RA-VI-LLO-SO.

Maya Angelou fue una de las mejores poetisas estadounidenses, defensora de los derechos civiles de los negros y de la mujer, actriz, escritora, bailarina, cantante, profesora… y también prostituta y proxeneta. Y, cómo no, una enorme lectora ("Me había transmitido su palabra secreta con la que convocar a un genio que había de servirme toda mi vida: libros"). Pero, por encima de todo, fue una mujer admirable y con un bello espíritu que nos deberían inocular en vena a todo el mundo nada más nacer.

Poco o nada publicada y traducida en nuestro país (aunque creo que Lumen sacó una edición de este mismo libro en 1993) cuando veo que Libros del Asteroide va a editar (o reeditar) este primer volumen de los siete que componen las novelas autobiográficas de Maya, me lanzo de cabeza al horno y me lo saco calentito. No podía dejarlo pasar. Me alegro de no haberlo dejado pasar, leerla ha sido un agasajo para mi ánimo.

Hay tanta belleza en este libro que no sé ni por dónde empezar. Maya Angelou es una narradora descomunal y brillante. Y lo hace desde un lenguaje sencillo, directo, realista, reflexivo y, sobre todo, acogedor. Me sentí en esta lectura como quien entra en un refugio huyendo de una tormenta en una montaña. Fuera se desata la naturaleza con una violenta y perturbadora ventisca de frío y nieve. Dentro, la calidez que te aísla de todo aquello que puede hacerte daño o perjudicarte. Un remanso protector, grato, balsámico… humano y entrañable.

Enorme narradora en las distancias cortas, Maya se sienta a tu lado en el refugio, cerquita de la chimenea, con la mirada hipnotizada por el fuego empieza a hablarte despacito, envolvente, y su voz pasa a ser el calor crujiente y mágico de la chimenea.
Si bien el proceso de desarrollo de una muchacha sureña negra es doloroso, la sensación de estar fuera de lugar es como el óxido de la navaja que amenaza con cortarte el cuello.
Es un insulto innecesario.
En este libro conoceremos la vida de Maya Angelou desde los tres hasta los dieciséis años (justo en el momento en el que es madre). Mujer, negra, primera mitad del siglo XX en EEUU… Las cartas ya estaban marcadas: no iba a ser una vida fácil. Y Maya nos lo cuenta desde su mirada de niña, que dulcifica lo que vive pero que no lo disfraza. La inocencia de los niños es el mayor tesoro de la humanidad. Y no sabemos preservarlo, ponerlo a buen resguardo y convertir la inocencia en nuestra identidad de por vida.

¿Hay dolor en este libro? Mucho… Pero, y esa es la fuerza tremenda que tiene Maya Angelou, no es un libro que arañe, en el que las cicatrices te vacíen. Al contrario, es un libro con el que te reconcilias con la vida y con las personas. Maravillosa  y lúcida, Maya hace uno de los ejercicios narrativos más asombrosos que he visto: convierte una vida dramática en coraje y supervivencia desde la inocencia y la dulzura. Nunca he leído un libro en el que hubiera tanto dolor y que, sin embargo, me hiciera (sí, es increíble, lo sé) estar sonriendo página a página. Hay latigazos, claro, pero Maya no se detiene ni recrea ahí, ya ha dejado la semilla, ya ha mostrado el mal... y avanza. Y, a continuación, vuelves a sonreír. No hay regodeos innecesarios. Coges aires y sigues.
Comprendía la perversidad de la vida, la de que en la lucha estriba la alegría.
No siempre el mal genera mal. Esto me ha enseñado Maya. Hay tanta, tanta, tantísima bondad, ternura y generosidad en este libro. Tanta humanidad. Imposible no reconciliarte con las personas y con la vida. Imposible no recordar que la vida es dolor, y que somos las personas quienes tenemos que aprender a mirar ese dolor a la cara y hacer de ello vida.

Avanzas por este libro entre lágrimas y sonrisas, siempre sonrisas, se te llena el alma de ternura, de simpatía, de amor y de bondad y de todas las cosas buenas y bellas que tiene el mundo. ¿No es eso magia? Yo terminé de leerlo y quise salir a la calle a abrazar a la humanidad y decirles ¿no lo veis? ¿no veis por qué canta el pájaro enjaulado? Y quise, una vez más, abrir todas y cada una de las putas jaulas que encierran un pájaro dentro.
Ver a alguien disfrutar con algo y no dar muestras de que entiendes su goce es una ruindad.
Leed este libro, por favor. Reconcilia, desarma y sana. Personas como Maya Angelou son las que hacen de este mundo un mundo mejor.

El título del libro es el título de un poema de Maya Angelou que os dejo a continuación:

“El pájaro salta libre
sobre el dorso de la victoria
y flota río abajo
hasta donde termina la corriente
y sumerge sus alas
en los rayos de sol de color naranja
y osa reclamar el cielo.

Sin embargo, un pájaro que atisba
bajo su estrecha jaula
rara vez puede ver a través de
sus barrotes de furia
sus alas se recortan y
sus patas están atadas
lo que abre su garganta al canto.

El pájaro enjaulado canta
con trino de miedo
por las cosas desconocidas
pero aún con anhelo
y se escucha su melodía
en el lejano castro el pájaro enjaulado
canta a la libertad.

El pájaro libre piensa en otra brisa
en un intercambio de suaves vientos a través de árboles
suspirando
y los gusanos de grasa en el césped esperando por un amanecer brillante
y da nombre a su propio cielo.

Pero un pájaro enjaulado se halla en la tumba de los sueños
su sombra grita en un grito de pesadilla
sus alas se recortan y sus patas están atadas
lo que abre su garganta al canto.
El pájaro enjaulado canta
con un trino de miedo
por las cosas desconocidas
pero aún con anhelo
y su melodía se escucha
en la colina distante
el pájaro enjaulado
canta a la libertad.”
Las necesidades en una sociedad determinan su ética.
Vivir es sobrevivir.

(©AnaBlasfuemia)